Así que aquí estamos, tú y yo. Enfrentados, cara a cara (o pantalla a cara, como prefieras). Pero sí, en definitiva, sintiéndonos el uno al otro, como obra de un ser mayor todopoderoso. Y no me refiero a Dios, no soy creyente por muy bautizada que esté o por mucho que se empeñen los mayores. Cada uno cree en lo que cree, ¿Cierto? A lo que yo me dirijo, si me permites, es al mismo Destino, aquel que une almas como piezas de puzzle. ¿Me considero una mística? Negativo, ¿Una loca? No en el sentido estándar de la palabra, ¿Una soñadora? Sí, pero no.